"Se encuentra en trámite legislativo avanzado un anteproyecto que propone la derogación de los daños punitivos. Ello a pesar de que el instituto, luego de atravesar varias polémicas, había sido aceptado en doctrina y jurisprudencia.
No podemos entender el motivo por el cual el único autor nacional que se pronuncia en contra de los DP haya sido seleccionado para reformar la ley que los contempla. Es difícil de explicar una incongruencia tan reñida contra las normas democráticas básicas. El abc de la democracia consiste en que la opinión de la mayoría prevalece sobre la minoría. Pues bien, esa lógica fue quebrada.
El resultado de esa designación era previsible: la comisión legislativa hizo un anteproyecto que virtualmente derogó los DP que conocemos.
Nadie podía suponer que sería representativa de la sociedad una ley hecha por una doctrina que de tan aislada, adolece de misantropía.
De estas cuestiones trata este breve ensayo que comparto."